El poder de la oración

Oración

La oración es para nuestra alma lo que la lluvia es para la tierra. Si a la tierra, le falta la lluvia, no sirve para nada. Lo mismo, si hacemos muchas buenas obras, pero si no se reza, no tendrán consistencia. La oración abre los ojos de nuestra alma, le hace sentir la enormidad de su miseria, la necesidad de tener a Dios, como interlocutora. 

¿No nos damos cuenta que, cuando descuidamos la oración, perdemos enseguida el gusto de las cosas del cielo y pensamos sólo en las cosas de la tierra? Si retomamos la oración, sentimos renacer en nosotros el pensamiento y deseo de cosas del cielo. Sólo si tenemos como recurso la oración, estaremos  en el camino del cielo.


Pedir hoy a Dios

Solo le pido a Dios
Que el dolor no me sea indiferente.

Solo le pido a Dios
Que lo injusto no me sea indiferente

Solo le pido a Dios
Que la guerra no me sea indiferente
Es un monstruo grande y pisa fuerte
Toda la pobre inocencia de la gente

Solo le pido a Dios
Que el engaño no me sea indiferente

Si un traidor puede más que unos cuantos
que esos cuantos no lo olviden fácilmente


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