El mejor interlocutor

El mejor interlocutor: Dios

Si quieres que Dios te hable, no esperes que te mande un correo electrónico. Él tiene un medio mucho más íntimo y personal: la oración. Cuando oras, Dios te susurra al oído, te abraza, te corrige, te anima, te ilumina, te guía. Te muestra lo que sueña para ti, lo que te hace bien, lo mucho que te ama.

¿Es fácil? Requiere práctica. Poco a poco, empiezas a entender el lenguaje de Dios y aprendes a verle en cada cosa, en cada acontecimiento. 

La oración como terapia

Jesús actúa, a través de la oración y del acompañamiento espiritual, como el gran terapeuta que cura por encima de las barreras del tiempo y del espacio.

Dios es capaz de curar y consolar las heridas que el corazón humano padece a lo largo de la vida. Si eres una persona que alguna vez ha sufrido en sus carnes la injusticia, la humillación, la soledad. No tengas reparos. Abrele el corazón a Dios ábrele la puerta de tu corazón. Vas a hablar con un Dios cercano. Es un Padre que te ama.

Dios no mira como mira el ser humano; porque el hombre/la mujer  ve las apariencias, pero Dios ve el corazón.

Cuando el ser humano se aleja del desorden y confusión exterior, se recoge en el secreto de su corazón, cierra la puerta a la multitud de vanidades ruidosas, cuando se aparta de sus tesoros, cuando ya no queda en él nada agitado o desordenado, cuando sus afanes cesan, nada le condiciona en contra de su volunada; al contrario: cuando todo en el ser humano es serenidad, armonía, paz, tranquilidad, y cuando todos sus pequeños pensamientos, palabras y acciones sonríen, entonces nace en su corazón, de repente, una maravillosa seguridad. De esta seguridad viene un gozo extraordinario, y de este gozo brota un canto de alegría que se convierte en alabanza a Dios tanto más fuerte cuanto más conciencia se tiene que todo bien nos viene dado de parte de Dios.


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