Murmuración

La Murmuración .  El chismorreo

“Se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente” (Mc 7,35)

«…Al momento se abrieron los oídos del sordo, su lengua quedó libre de trabas y hablaba correctamente…»

Con frecuencia hablamos mal, especialmente cuando hablamos de nuestro prójimo. Criticar, censurar, ensombrecer y condenar lo que hace y dice el prójimo. Este es el vicio más común, más expandido, y quizás el más malo de todos. Vicio que no se podrá nunca detestar suficientemente, vicio que tiene las consecuencias más funestas, que lleva a todos lados turbación y desolación.

¡Ah! ¡Quiera Dios darme uno de esas brasas de los que el ángel se sirvió para purificar los labios del profeta Isaías (cf. Is 6,6-7), para purificar la lengua de los hombres! 

¡Cuántos males expulsaríamos de la tierra si expulsáramos la murmuración! 

No sólo está mal murmurar, sino también escuchar las murmuraciones y calumnias con placer. Ya que si nadie escuchara, no habría murmuraciones. 

¡Feliz, mil veces feliz, el que se servirá de su lengua sólo para pedir a Dios el perdón de sus pecados y cantar sus alabanzas!

San Juan María Vianney (1786-1859)
presbítero, párroco de Ars
Sermón para el 11º Domingo después de Pentecostés (Sermons de Saint Jean Baptiste Marie Vianney, Curé d’Ars, Ste Jeanne d’Arc, 1982), trad. sc©evangelizo.org


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