21 abril 2025 fallece el Papa Francisco

La obra de Francisco
—Los grandes temas coinciden con los núcleos de sus encíclicas (cuatro), y sus exhortaciones (siete).
Evangelii gaudium (2013), su documento más importante es la exhortación apostólica Un texto programático.Se contiene la semilla de las enseñanzas que ha desarrollado después.
Comenzando, desde el trasfondo de la fe (Lumen fidei) por la apelación a toda la Iglesia para una conversión misionera, pastoral o evangelizadora (exhort. Evangelii gaudium), ha querido destacar las implicaciones sociales, ecológicas y antropológicas del mensaje cristiano (Laudato si’ y Fratelli tutti), sin dejar de señalar el núcleo de ese mensaje, que sin duda es el amor a Dios y al prójimo, hecho posible por la iniciativa (el «primerear» de Dios) y la plenitud de su mismo amor, tal como se manifiesta en el Corazón de Cristo (Dilexit nos).
En Evangelii Gaudium presenta su proyecto teológico-pastoral, aborda el acompañamiento y el discernimiento en la pastoral familiar (Amoris laetitia, 2016); el camino de la santidad con alegría (Gaudete et exsultate, 2018); la fuerza de la vida de Cristo resucitado como luz y guía de los jóvenes (Christus vivit, 2019); la atención especial que requieren algunos pueblos y culturas (Querida Amazonia, 2020); la preocupación y la responsabilidad ante el cambio climático (Laudate Deum, 2023); y la confianza en la misericordia de Dios que debe presidir nuestra relación con Él (C’est la confiance, 2023).
Nueva comunicación. Nuevo estilo. Con frases.
Han llegado más a la gente. «Una Iglesia pobre para los pobres», deseó desde su primera comunicación con los medios: «Iglesia en salida», en continua misión que rechace la autorreferencialidad y llegue a las periferias existenciales; y que haga «lío» (de modo especial, los jóvenes). «Prefiero una Iglesia accidentada y manchada… antes que enferma por el encierro y la comodidad».
Ha presentado el carácter luminoso y alegre de la fe y, el testimonio cristiano, que debe darse sin «cara de luto». Ha repetido que «el estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura»…
Ha denunciado el escándalo del hambre, la barrera del «triste individualismo», el peligro de «la globalización de la indiferencia», la necesidad de un cambio de paradigma, en la economía y en la política, al servicio del bien (realmente) común.
El diálogo ecuménico y el interreligioso como condición necesaria para la paz; la necesidad de «acoger, proteger, promover e integrar» a los migrantes; y, a la vez, de reclamar la libertad religiosa para todos; ha promovido la presencia femenina en los lugares de toma de decisiones tanto en la Iglesia como en las estructuras civiles.
Ha perseguido la «mundanidad espiritual» y, especialmente, los abusos sexuales cometidos por eclesiásticos en relación con menores.
Ha promovido una «cultura de la solidaridad» contraria a una «cultura del descarte», que rechaza a quienes considera poco útiles.
Se ha manifestado incansablemente contra la guerra y ha puesto muchos medios concretos (a nivel espiritual, pastoral y diplomático) para promover una «cultura de la paz».
Escritos principales
Entre sus escritos principales, hay dos grandes «troncos»: uno, procede, como decía, de la alegría de evangelizar (Evangelii gaudium), que es anunciar la «buena noticia» de la salvación en Cristo. De él dependen la alegría del amor en la familia (Amoris laetitia) y la alegría que debe acompañar el camino de la santidad (Gaudete et exsultate), porque Cristo vive (Christus vivit) y en Él hemos de poner nuestra confianza (C’est la confiance), sobre todo en su Corazón (Dilexit nos).
El otro gran «tronco» es lo que se refiere a la Doctrina social, ya presente en la Evangelii gaudium .
Un tema que tiene gran peso específico, es el referido bien al cuidado de la tierra y de la creación en su conjunto (Laudato si’ más el complemento de Laudate Deum), bien al horizonte de la fraternidad (Fratelli tutti) en la familia humana.
Los 47 viajes de Francisco
Ha visitado un total de 61 paíse, algunos muy lejanos, como Papúa Nueva Guinea, Corea del Sur, Japón, República Democrática del Congo, Sri Lanka o Mongolia
Durante su pontificado de doce años (2013–2025), el Papa Francisco realizó 47 viajes internacionales, visitando un total de 66 países en todos los continentes. Su enfoque se centró en las «periferias» del mundo, priorizando naciones menos visitadas por sus predecesores y llevando un mensaje de paz, justicia social y diálogo interreligioso.
Principales viajes internacionales
- Primer viaje: Brasil (julio de 2013), durante la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
- Viaje más extenso: Del 2 al 13 de septiembre de 2024, visitó Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur. Poco después, del 26 al 29 de septiembre, viajó a Luxemburgo y Bélgica.
- Visitas históricas: Fue el primer papa en visitar países como Myanmar (2017), Emiratos Árabes Unidos (2019), Irak (2021), Baréin (2022), Sudán del Sur (2023) y Mongolia (2023).
- América Latina: Además de Brasil, visitó México (2016), Colombia (2017), Perú (2018) y Cuba. En México, su misa en Ciudad Juárez, en la frontera con EE. UU., fue especialmente simbólica por su mensaje sobre migración y violencia.
Viajes Apostólicos del Papa Francisco (2013–2025)
2013
- Brasil (22–29 julio): Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro.
2014
- Tierra Santa (24–26 mayo): Jordania, Israel y Palestina.
2015
- Sri Lanka y Filipinas (13–19 enero).
- Bosnia y Herzegovina (6 junio).
- Ecuador, Bolivia y Paraguay (5–13 julio).
- Cuba y Estados Unidos (19–28 septiembre).
2016
- México (12–18 febrero).
- Armenia (24–26 junio).
- Polonia (27–31 julio): Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia.2017
- Egipto (28–29 abril).
- Colombia (6–11 septiembre).
- Myanmar y Bangladés (26 noviembre–2 diciembre).
2018
- Chile y Perú (15–21 enero).
- Suiza (21 junio).
- Irlanda (25–26 agosto): Encuentro Mundial de las Familias.
2019
- Emiratos Árabes Unidos (3–5 febrero).
- Marruecos (30–31 marzo).
- Bulgaria y Macedonia del Norte (5–7 mayo).
- Rumanía (31 mayo–2 junio).
- Mozambique, Madagascar y Mauricio (4–10 septiembre).
- Tailandia y Japón (19–26 noviembre).
2021
- Irak (5–8 marzo): Primera visita papal al país.
2022
- Malta (2–3 abril).
- Canadá (24–30 julio).
- Kazajistán (13–15 septiembre).
- Baréin (3–6 noviembre).
2023
- República Democrática del Congo y Sudán del Sur (31 enero–5 febrero).
- Hungría (28–30 abril).
- Mongolia (31 agosto–4 septiembre).
2024
- Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur (2–13 septiembre).
- Luxemburgo y Bélgica (26–29 septiembre).
Ver: https://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Viajes_apostólicos_de_Francisco
El último mensaje del papa Francisco
«¡Dios nos ha creado para la vida y quiere que la humanidad resucite!»
20 DE ABRIL DE 2025
El Pontífice se ha asomado a la logia central de la basílica de San Pedro para impartir la bendición Urbi et Orbi. Francisco ha renovado, en el texto leído por Diego Ravelli, su llamamiento en favor de la paz.
Texto completo del mensaje de Pascua del papa Francisco:
Cristo ha resucitado, ¡aleluya!
Hermanos y hermanas, ¡feliz Pascua!
Hoy en la Iglesia resuena finalmente el aleluya, se transmite de boca en boca, de corazón a corazón, y su canto hace llorar de alegría al pueblo de Dios en todo el mundo.
Desde el sepulcro vacío de Jerusalén llega hasta nosotros el sorprendente anuncio: Jesús, el Crucificado, «no está aquí, ha resucitado» (Lc 24,6). No está en la tumba, ¡es el viviente!
El amor venció al odio. La luz venció a las tinieblas. La verdad venció a la mentira. El perdón venció a la venganza. El mal no ha desaparecido de nuestra historia, permanecerá hasta el final, pero ya no tiene dominio, ya no tiene poder sobre quien acoge la gracia de este día.
Hermanas y hermanos, especialmente ustedes que están sufriendo el dolor y la angustia, sus gritos silenciosos han sido escuchados, sus lágrimas han sido recogidas, ¡ni una sola se ha perdido! En la pasión y muerte de Jesús, Dios ha cargado sobre sí todo el mal del mundo y con su infinita misericordia lo ha vencido; ha eliminado el orgullo diabólico que envenena el corazón del hombre y siembra por doquier violencia y corrupción. ¡El Cordero de Dios ha vencido! Por eso hoy exclamamos: «¡Cristo, mi esperanza, ha resucitado!» (Secuencia pascual).
Sí, la resurrección de Jesús es el fundamento de la esperanza; a partir de este acontecimiento, esperar ya no es una ilusión. No; gracias a Cristo crucificado y resucitado, la esperanza no defrauda. ¡Spes non confundit (cf. Rm 5,5)! Y no es una esperanza evasiva, sino comprometida; no es alienante, sino que nos responsabiliza.
Los que esperan en Dios ponen sus frágiles manos en su mano grande y fuerte, se dejan levantar y comienzan a caminar; junto con Jesús resucitado se convierten en peregrinos de esperanza, testigos de la victoria del Amor, de la potencia desarmada de la Vida.
¡Cristo ha resucitado! En este anuncio está contenido todo el sentido de nuestra existencia, que no está hecha para la muerte sino para la vida. ¡La Pascua es la fiesta de la vida! ¡Dios nos ha creado para la vida y quiere que la humanidad resucite! A sus ojos toda vida es preciosa, tanto la del niño en el vientre de su madre, como la del anciano o la del enfermo, considerados en un número creciente de países como personas a descartar.
Cuánta voluntad de muerte vemos cada día en los numerosos conflictos que afectan a diferentes partes del mundo. Cuánta violencia percibimos a menudo también en las familias, contra las mujeres o los niños. Cuánto desprecio se tiene a veces hacia los más débiles, los marginados y los migrantes.
En este día, quisiera que volviéramos a esperar y a confiar en los demás —incluso en quien no nos es cercano o proviene de tierras lejanas, con costumbres, estilos de vida, ideas y hábitos diferentes de los que a nosotros nos resultan más familiares—; pues todos somos hijos de Dios.
Quisiera que volviéramos a esperar en que la paz es posible. Que desde el Santo Sepulcro —Iglesia de la Resurrección—, donde este año la Pascua será celebrada el mismo día por los católicos y los ortodoxos, se irradie la luz de la paz sobre toda Tierra Santa y sobre el mundo entero. Me siento cercano al sufrimiento de los cristianos en Palestina y en Israel, así como a todo el pueblo israelí y a todo el pueblo palestino. Es preocupante el creciente clima de antisemitismo que se está difundiendo por todo el mundo. Al mismo tiempo, mi pensamiento se dirige a la población y, de modo particular, a la comunidad cristiana de Gaza, donde el terrible conflicto sigue llevando muerte y destrucción, y provocando una dramática e indigna crisis humanitaria. Apelo a las partes beligerantes: que cese el fuego, que se liberen los rehenes y se preste ayuda a la gente, que tiene hambre y que aspira a un futuro de paz.
Recemos por las comunidades cristianas del Líbano y de Siria —este último país está afrontando un momento delicado de su historia—, que ansían la estabilidad y la participación en el destino de sus respectivas naciones. Exhorto a toda la Iglesia a acompañar con atención y con la oración a los cristianos del amado Oriente Medio.
Dirijo también un recuerdo especial al pueblo de Yemen, que está viviendo una de las peores crisis humanitarias “prolongadas” del mundo a causa de la guerra, e invito a todos a buscar soluciones por medio de un diálogo constructivo.
Que Cristo resucitado infunda el don pascual de la paz a la martirizada Ucrania y anime a todos los actores implicados a proseguir los esfuerzos dirigidos a alcanzar una paz justa y duradera.
En este día de fiesta pensemos en el Cáucaso Meridional y recemos para que se llegue pronto a la firma y a la actuación de un Acuerdo de paz definitivo entre Armenia y Azerbaiyán, que conduzca a la tan deseada reconciliación en la región.
Que la luz de la Pascua inspire propósitos de concordia en los Balcanes occidentales y sostenga a los actores políticos en el esfuerzo por evitar que se agudicen las tensiones y las crisis, como también a los aliados de la región en rechazar comportamientos peligrosos y desestabilizantes.
Que Cristo resucitado, nuestra esperanza, conceda paz y consuelo a los pueblos africanos víctimas de agresiones y conflictos, sobre todo en la República Democrática del Congo, en Sudán y Sudán del Sur, y sostenga a cuantos sufren a causa de las tensiones en el Sahel, en el Cuerno de África y en la Región de los Grandes Lagos, como también a los cristianos que en muchos lugares no pueden profesar libremente su fe.
Allí donde no hay libertad religiosa o libertad de pensamiento y de palabra, ni respeto de las opiniones ajenas, la paz no es posible.
La paz tampoco es posible sin un verdadero desarme. La exigencia que cada pueblo tiene de proveer a su propia defensa no puede transformarse en una carrera general al rearme. La luz de la Pascua nos invita a derribar las barreras que crean división y están cargadas de consecuencias políticas y económicas. Nos invita a hacernos cargo los unos de los otros, a acrecentar la solidaridad recíproca, a esforzarnos por favorecer el desarrollo integral de cada persona humana.
Que en este tiempo no falte nuestra ayuda al pueblo birmano, atormentado desde hace años por conflictos armados, que afronta con valentía y paciencia las consecuencias del devastador terremoto en Sagaing, que ha causado la muerte de miles de personas y es motivo de sufrimiento para muchos sobrevivientes, entre los que se encuentran huérfanos y ancianos. Recemos por las víctimas y por sus seres queridos, y agradezcamos de corazón a todos los generosos voluntarios que están realizando actividades de socorro. El anuncio del alto el fuego por parte de los actores implicados en ese país es un signo de esperanza para todo Myanmar.
Hago un llamamiento a cuantos tienen responsabilidades políticas a no ceder a la lógica del miedo que aísla, sino a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo. Estas son las “armas” de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte.
Que nunca se debilite el principio de humanidad como eje de nuestro actuar cotidiano. Ante la crueldad de los conflictos que afectan a civiles desarmados, atacando escuelas, hospitales y operadores humanitarios, no podemos permitirnos olvidar que lo que está en la mira no es un mero objetivo, sino personas con un alma y una dignidad.
Y que en este Año jubilar, la Pascua sea también ocasión propicia para liberar a los prisioneros de guerra y a los presos políticos.
Queridos hermanos y hermanas:
En la Pascua del Señor, la muerte y la vida se han enfrentado en un prodigioso duelo, pero el Señor vive para siempre (cf. Secuencia pascual) y nos infunde la certeza de que también nosotros estamos llamados a participar en la vida que no conoce el ocaso, donde ya no se oirán el estruendo de las armas ni los ecos de la muerte. Encomendémonos a Él, porque sólo Él puede hacer nuevas todas las cosas (cf. Ap 21,5).
¡Feliz Pascua a todos!