Comprensión de un genio: Einstein (3)

Einstein y la religión (2)

  • La ciencia sin religión está coja y la religión sin ciencia está ciega
  • Mi religión consiste en una humilde admiración del ilimitado espíritu superior que se revela en los detalles leves que podemos percibir con nuestra frágil y débil mente.
  • El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir
  • Dios no juega a los dados con el universo.
  • Ama a Dios sobre todas las cosas. Amate a ti mismo y ama a tu prójimo como a ti mismo porque ahí está la creación de Dios, ahí, en ese círculo de amor está Dios.

En una carta de Albert Einstein dirigida en 1954 al filósofo alemán Eric Gutkind, consideraba la Biblia como una narración infantil, y Dios, un producto de la debilidad de los seres humanos

«La palabra ‘Dios’ para mí no es nada más que la expresión y producto de la debilidad humana; la Biblia, una colección de honorables, pero aun así, primitivas leyendas, que, sin embargo, son muy infantiles. Ninguna interpretación, por sutil que sea, puede para mí cambiarlo.”

La carta muestra una posición que contrasta con otros escritos donde Einstein se muestra más comprensivo con la necesidad que sienten algunas personas de creer en Dios. Albert Einstein, ese mismo año (1954) publica «Ideas y Opiniones» donde llamaba a la enseñanza original y pura de la tradición judeo-cristiana como «una doctrina que es capaz de curar a la humanidad de todos los males sociales”.

La carta fue vendida en 2,89 millones de dólares. En la carta escrita a mano por Einstein, expresa sus ideas sobre la existencia de Dios. Fue subastada en Nueva York por la casa Christie’s, el 4 de diciembre de 2018. La carta, de dos páginas y escrita en alemán, está fechada 3 de enero de 1954. Einstein tenía entonces 75 años y moriría en Estados Unidos un año después. En la carta escrita a mano, expresa sus ideas sobre la existencia de Dios, su identidad judía y la búsqueda eterna de significado del hombre

Está dirigida al filósofo judío alemán Eric Gutkind. Busca puntos en común, como la necesidad de que la moral estuviera por encima del interés propio y el rechazo del materialismo.

Einstein, por aquel entonces se declaraba un «no creyente profundamente religioso”.

«Creo en el Dios de Spinoza, que se revela en la ordenada armonía de lo que existe, no en un Dios que se preocupa por los destinos y acciones de los seres humanos.» Einstein valora la religión más que como creencia, como actitud ante el mundo. Aborda las cuestiones filosóficas y religiosas con las que la humanidad ha luchado desde los albores del tiempo: ¿Existe un Dios? ¿Tengo libre albedrío?”

La pregunta que surge es: ¿Eran definitivas estas reflexiones de Einstein sobre la religión? Toda la vida de Einstein nos predispone a decir que no. Einstein sabía que si Dios existe o no, no es una cuestión científica. La existencia de Dios no es una cuestión de estadísticas.

La autorreflexión, es la capacidad que tiene la inteligencia humana de volver sobre su propio acto para conocerlo, o mejor, para reconocerlo. Todos los demás sentidos, que dependen de un órgano material (el ojo, las papilas gustativas, el oído, etc.), son incapaces de volver sobre su propio acto. El cerebro no es el órgano del entendimiento. Como mucho el cerebro presenta al entendimiento los objetos sobre los que pensará, y si él está dañado, el entendimiento no podrá “conocer” porque le faltará la “conexión” con la sensibilidad. Pero el entendimiento, precisamente porque puede volver sobre sí mismo, puede pensarse diverso y separado del cerebro, en cuanto órgano material.

Esta capacidad cognoscitiva es propia del ser humano. Los animales saben, aprenden, tienen habilidades, pero no saben que saben, no saben que aprenden y no saben que tienen las habilidades que tienen. El ser humano, por el contrario, no sólo percibe objetos, sino que además se conoce a sí mismo en el acto mismo de conocer, de percibir. 

La religión surge allí en donde se percibe trascendencia. La religión no surge sólo, ni exclusivamente, como fruto de la ignorancia, ante la incapacidad de dar respuestas ante los interrogantes de la vida. Esto es sólo un aspecto. La religión, la dimensión religiosa, brota de la dimensión más elevada del ser humano, de su inteligencia abierta a la trascendencia. ¿Qué significa que la religión surge allí donde el ser humano percibe una trascendencia? Significa que el ser humano entra en la dimensión religiosa con el mismo acto con que entra dentro de sí, con la autorreflexión

Cuando un pájaro “canta” en el árbol, no realiza un acto religioso. El pájaro emite sonidos sin más, no reflexiona. El pájaro  está  movido por el instinto, lo ha heredado de otros seres de su especie. Canta en el árbol, pero no sabe que lo está haciendo, y, por lo tanto, es incapaz de preguntarse por qué lo está haciendo. Emite sonidos agradables y nada más.

El ser humano que contempla una puesta de sol, se encuentra ante una situación distinta a la del pájaro. Contempla la puesta de sol y, mientras la contempla, percibe, casi intuitivamente, que la está contemplando. Contempla la puesta de sol y, en el mismo acto, se descubre a sí mismo como el sujeto de sus actos, como un “yo” diverso de lo que le rodea. Se da cuenta de que es él quien contempla, y, de la puesta de sol, pasa a disfrutar de la brisa fresca de la tarde noche, es decir, pasa . del exterior a su mundo interior. Se descubre a sí mismo como ser espiritual. En síntesis, según la expresión de sabor agustiniano: de las cosas exteriores, al interior, y de las profundidades del interior se eleva a las realidades superiores, trascendentes.

En este instante surge la religión. Luego vendrán las preguntas sin respuesta: ¿qué hago aquí? ¿Por qué existo? ¿Cuál es el fin de mi vida? ¿Qué sentido tiene la vida, la muerte, el sufrimiento, el amor? ¿Hay Alguien detrás del firmamento? ¿Hay Algo (con mayúscula) que no muera, que no sufra, que sea inmutable en su felicidad?.

Einstein judío, que se sentía orgulloso de pertenecer al pueblo hebreo, difícilmente iba a quedarse con a referencia a un Dios como “una expresión de la debilidad humana”. O difícilmente iba quedarse con que la Biblia es una colección de respetables, aunque primitivas leyendas infantiles.

Puedo libremente adherirme al Dios que me propone la Biblia. Nadie me puede obligar a creer que la Biblia es un libro inspirado por Dios. Lo que no puedo hacer es considerar mito infantil. Será el Dios de los recuerdos infantiles (que no por ser infantiles son menos reales), pero también será el Dios matemático que rige el curso de los astros y el Dios que habla en la conciencia. Es finalmente el único Dios personal que ama y entra en diálogo con el hombre. El monoteísmo bíblico es una conquista en la historia de las religiones. Conocer esto es cultura.

Adolf Keller, teólogo de Zurich que conoció a Einstein en sus años jóvenes, con motivo de la celebración en Princeton de un seminario de teología en 1941.

Algunas impresiones de Keller:

«Para Einstein, la libertad es el mayor bien de los humanos. En nuestra conversación se apasionó al hablar de que Alemania, durante la época de Hitler, había renunciado incluso a la libertad científica, y con ello se había prostituido frente al Poder. A propósito de esto dijo algo que me caló hondo en la memoria: ‘Siempre esperé que las Universidades alemanas emprendieran la lucha por la libertad. Pero me equivoqué. Sin embargo – continuó diciendo – aun cuando las Universidades no hicieran nada, por lo menos las iglesias lucharon por la libertad, tanto la Iglesia católica como la protestante. Como judío quiero reconocerlo. Y esa lucha no debe olvidarse nunca’. Yo me alegré tanto más de que así lo reconociera porque Einstein se declaraba partidario del espíritu, no de ninguna iglesia.

Einstein considera que el «conflicto insalvable» entre ciencia y religión, que durante siglos se venía aireando, carecía de fundamento consistente. Para él «la ciencia sin religión está coja, y la religión sin ciencia, ciega». Incluso llega a considerar que la ciencia es en cierto modo una forma de religión:

«Difícilmente encontraréis entre los talentos científicos más profundos, uno solo que carezca de un sentimiento religioso propio. Pero es algo distinto a la religiosidad del lego. Para este último, Dios es un ser de cuyos cuidados uno espera beneficiarse y cuyo castigo teme… Pero el científico está imbuido del sentimiento de la causalidad universal…



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