Dios reacomoda a todos los que ha encontrado

Dios es un padre «a quien no le gusta perder».

Él busca con alegría a las personas descarriadas, suscitando a menudo «la música de la hipocresía murmuradora» de los biempensantes. 

La actitud de los escribas y fariseos que estudiaban a Jesús ,escandalizándose por las cosas que Él hacía. Y escandalizados murmuraban en su contra: ¡pero este hombre es un peligro!».

De ahí que el Viernes santo «pidieron la crucifixión». Llegaron a decir: «Es mejor que uno muera por el pueblo y que no vengan los romanos. ¡Este hombre es un peligro!».

Lo que más escandalizaba de Jesús

Lo que más les escandalizaba, era ver a Jesús «que comía y cenaba con los publicanos y los pecadores, que hablaba con ellos». 

Jesús responde a «esta hipocresía murmuradora con una parábola». En esa respuesta de Jesús, vemos «un Dios que busca a todos aquelos que están lejos de Él». Precisamente «como el pastor» de la parábola relatada por san Lucas, «que va a buscar a la oveja perdida» y, aunque esté oscuro, deja a las demás ovejas «en un lugar seguro y va a buscar» la que falta, «va a buscarla».

Nuestro Dios, es «un Dios que busca. Su trabajo es ir a buscar para volver a invitar». En esencia, Dios «no tolera perder a uno de los suyos. Esta será también la oración de Jesús el Jueves santo: Padre, que no se pierda ninguno de los que me has dado».

Y, ¿cómo busca? Busca hasta el final.

Pero el «trabajo» de Dios no es sólo buscar y encontrar. Dios «reacomoda: acomoda otra vez» a la persona que ha buscado y encontrado; de forma que, cuando el pastor la vuelve a llevar en medio de las demás, la oveja perdida no tenga que escuchar «tú estás perdida», sino: «tú eres una de nosotras». 

Ella «tiene todo el derecho», así como la moneda que encontró la mujer está «en la billetera con las demás monedas. No hay diferencia». Porque «un Dios que busca es un Dios que reacomoda a todos aquellos que ha encontrado. 

En cambio, la alegría del Padre Dios es la del amor. Nos ama». Incluso si decimos: «Pero yo soy un pecador, hice esto, esto y esto…». Dios nos responde: «Yo te amo igualmente y voy a buscarte y te llevo a casa».

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