El poder y el abuso de poder. (Poder vs. autoridad)
El poder y la Iglesia
El poder de la iglesia, representado en un sentido católico por el Papa, se funda en la palabra de Dios, de manera que es poder de amor, para ofrecer y compartir fraternidad, en la línea de Mt 28, 16-20, sin privilegio, imposición o ventaja que sería contraria al evangelio.
(Mt. 28, 16-20) “… Así pues, los once discípulos fueron a Galilea,al monte que Jesús les había indicado. Y al ver a Jesús, le adoraron, aunque algunos dudaban. Jesús se acercó a ellos y les dijo:
–Dios me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced mis discípulos a todos los habitantes del mundo; bautizadlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñadles a cumplir todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estaré con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo…”
Un Papa que pretendiera tener más potestad que los creyentes, un Papa que quisiera situarse por encima de los pobres (y no a su servicio) dejaría de ser cristiano.
¿Infalibilidad?
¿Infalibilidad? El Papa no es infalible en línea de poder, sino de escucha y comunión de la palabra de Jesús, acogida y dialogada en línea “sinodal” por el conjunto de la Iglesia. Los papas y obispos (jerarquías clericales), antiguamente pensaban que un tipo de poder, les ayudaría a realizar mejor su tarea.
Hoy y desde el Evangelio se considera que la verdadera revolución no se realiza con la toma de poder, sino con otros tipos de presencia.
Se han interpuesto en la historia del cristianismo muchos componentes que no se corresponden con lo que predicó Jesucristo. Se privilegió la anulación de la conciencia, se puso por encima la ortodoxia, la obediencia, frente a la ortopraxis.
La Iglesia insiste en defender tradiciones, válidas sin duda en otro tiempo, pero hoy desfasadas. La tradición siempre está en camino; los cambios también deben llegar a la iglesia…porque “habéis oido que se dijo… pero yo os digo,..”, decía el Maestro. Se pide hoy que los cristianos vean a su Iglesia como de hoy y para hoy. La liturgia, tiene que presentarse de forma que sea entendida por la comunidad, por el pueblo de Dios y no de una manera que el pueblo no entiende y en la que no se le permite participar.
Que la sociedad perciba en los cristianos -como en los inicios del cristianismo- cómo se aman, cómo celebran participativamente con y como hermanos, sin exclusiones y en igualdad.
¿Miedo?
¿Miedo a la libertad?. Hay que rebelarse contra ese miedo. La libertad es un regalo de Dios, por encima de autoritarismos y poderes de todo orden. En el cristianismo nadie ha de estar por encima de nadie. Dios nos iguala en la fraternidad. Los servicios son para ayudar, no para imponer las propias voluntades. Jesús de Nazaret se atrevió a romper con normas y leyes esclavizantes. Es así como se irá creando una Iglesia más pobre, humilde y sencilla, y es la Iglesia que hemos de construir los cristianos.
Poder vs Autoridad
No es lo mismo poder que autoridad. Jesús de Nazaret no tuvo poder, pero sí gran autoridad; es la autoridad del amor. No todo el que tiene poder, tiene autoridad. Estamos cansados de ver y padecer personas con poder político, económico, eclesiástico que no tienen la más mínima autoridad sobre la sociedad, y en el caso de cargos jerárquicos, sobre su diócesis.
Poder tiene la persona porque así se lo ha conferido quien puede hacerlo. Un obispo, por ejemplo, en su diócesis tiene poder-potestas, porque ha sido instituido en tal cargo por quien puede hacerlo (el Vaticano el Papa).
Ahora bien, que se tenga poder no significa que se posea autoridad. Autoridad tiene quien hace bien en la vida, en una comunidad; autoridad es quien por su bondad, por sus sanos criterios, por su competencia, por su bien estar en la vida, hace el bien. Jesús no tuvo poder; nunca se le vio en los sitios de poder y, cuando se le vio en el Templo, fue para volcar las mesas y los tenderetes de los cambistas. Sin embargo Jesús tenía autoridad: no enseñaba como los escribas, sino con autoridad.
Probablemente el poder es una droga que sustituye a la falta de afecto y amor en la vida. El poder y el despotismo es un “autoerotismo”: la “erótica del poder”. ¡Cuidado con el poder religioso!; es muy sutil porque trata de controlar y dominar la conciencia y la libertad humana.
Jesús tenía autoridad y por eso no imponía, sino que sanaba, curaba, amaba. El modo nuevo de enseñar con autoridad de Jesús, era la misericordia y el amor. Jesús no usaba báculos y mitras sino que se presentaba sencillamente y escuchaba, sanaba.
(Mt. 20,25-28) “…Pero Jesús los llamó y les dijo: –Sabéis que, entre los paganos, los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos y los grandes descargan sobre ellos el peso de su autoridad. Pero entre vosotros no debe ser así. Al contrario, el que entre vosotros quiera ser grande, que sirva a los demás; y el que entre vosotros quiera ser el primero, que sea vuestro esclavo. Porque, del mismo modo, el Hijo del hombre no ha venido para ser servido, sino para servir y dar su vida en pago de la libertad de todos…”
¿Todavía se sigue llamando a los cardenales príncipes de la Iglesia? Si es así, no tiene nada de evangélico ese título.
1 Pe.5,2-4) “… Cuidad de las ovejas de Dios que os han sido confiadas; hacedlo de buena voluntad, como Dios quiere, y no como a la fuerza o por ambición de dinero. Realizad vuestro trabajo de buena gana, no comportándoos como si fuerais dueños de quienes están a vuestro cuidado, sino procurando ser un ejemplo para ellos. Así, cuando aparezca el Pastor principal, recibiréis la corona de la gloria, una corona que jamás se marchitará…”
Ver:—–> La enfermedad en la Iglesia




