Honrarás a tu padre y a tu madre
Honrarás a tu padre y a tu madre. También a toda persona con la que te encuentres.


Nunca un padre o una madre puede ser personas descartadas. Los padres llegan, por lo general, a ancianos. ¿En esa situación son “descartados”? , ¿son objetos de burlas, de violencia, de incomprensiones, de desprecios?

¿Los ancianos molestan, estorban, los alejamos? Frente a situaciones de descarte para los ancianos, es preciso fomentar:
- Reconocer su dignidad
- Honrarlos
- Ser pacientes con ellos
- Ser mansos y tiernos con ellos
- Fomentar la cercanía en todo momento y de forma especial en la debilidad y enfermedad. Cuando su cabeza no coordine o cuando no esté lúcida, atenderlos más y prestarles más cuidado y amor.
- Procurar tenerlos cerca; no alejados en otras casas o residencias. Si no hubiera otra posibilidad que el envío a una residencia, visitarlos con mucha frecuencia y que sientan el calor del amor, del cariño, de la cercanía.
- Nunca minusvalorar al anciano.
- Comprender y disculpar las debilidades que la edad trae consigo. Nunca avergonzar al anciano por ello.
En resumen: Siempre devolver a nuestros ancianos el amor recibido, con la ternura y el respeto debidos.


La fragilidad en el ser humano puede darse en todas las etapas de la vida. Pero cuando llega a la vejez, produce en el otro una especie de rechazo y fácilmente te hace pensar: “ya ha vivido bastante”. Esta sensación es un sentimiento injusto y egoísta. El anciano ha dado todo a la sociedad, merece el reconocimiento y la atención total hasta el final de sus días.
Honrar a los ancianos es reconocer la dignidad que tienen. Ellos son los que han hecho posible la generación actual y la actual (llegará a su ancianidad) y hará posible la futura.
Respecto y reconocimiento del honor que todo ser tiene y más en su tiempo de ancianidad.