La comida es espiritual en el judaísmo

En el judaísmo, comer no es un acto trivial

La Biblia contiene muchas historias de comidas. 

Alimentarse responde a una necesidad vital y frecuente, común a todos, independientemente del nivel de sabiduría o riqueza. No olvidemos que los hebreos pasaron más de cuarenta años en el desierto y que, para ellos, comer y beber era un milagro. 

La primera prohibición dada a Adán y Eva en el Jardín del Edén se refiera a la comida: Gn.2,15-17 «…15 Cuando Dios el Señor puso al hombre en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara, 16 le dio esta orden: “Puedes comer del fruto de todos los árboles del jardín, 17 menos del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol,porque si lo comes, ciertamente morirás…»

La esencia misma del judaísmo reside en esta prohibición.

En la tradición judía, se dice que se debe hablar de la Torá cuando uno se reúne para comer. La comida sería un «pre-texto» para hablar del Texto. El alimento espiritual y el material se encuentran. En el judaísmo, todo es un todo, único. Se encuentra lo espiritual en la comida. Durante la comida, se come lo espiritual y no sólo lo material. 

Cuando una familia o comunidad judía pronuncia una bendición antes de la comida – «bendito seas tú que traes el pan de la tierra»-, saben que no es Dios quien hace el pan, pero rinden homenaje a la cadena de producción que va del trigo a la mesa y celebran la maravilla de los alimentos que les son dados. 

Ninguna fiesta judía se celebra sin una comida compartida, a la que se asocian la luz, el canto y la danza.

El Séder es una comida familiar que conmemora la salida de los hebreos de Egipto. Es durante el Séder cuando tiene lugar la transmisión esencial de la fe, basada en un mandato bíblico que dice: «Le dirás a tu hijo». A lo largo de la comida, los padres responden a las preguntas de los niños. 

La comida, al repetirse regularmente, da una dimensión espiritual a un acto realizado varias veces al día. Algunos rabinos dicen que desde el fin de los sacrificios y la destrucción del Templo de Jerusalén, la mesa se ha convertido en el altar y la casa en un templo.

El judaísmo enseña que el momento de comer es en realidad un momento muy importante, no sólo físicamente para nuestros cuerpos, sino también espiritualmente.

Para entender esto necesitamos acudir a una enseñanza de la Cábala.

La Cábala explica que, antes de que hubiera nada, sólo había la luz de Dios y cuando Dios quiso crear el mundo, Él creó diez recipientes, llamados sefirot, para recibir esa luz y que fuera usada en la creación del mundo.

Pero entonces ocurrió algo que cósmicamente fue trágico.

La luz de Dios era demasiado poderosa para quedar contenida en esos recipientes y ellos se rompieron en innumerables fragmentos, conocidos en la Cábala como “chispas sagradas”, y estas chispas sagradas quedaron incrustadas en todo el mundo que acababa de ser creado.

De acuerdo con la Cábala, nuestro trabajo esencial en este mundo es “elevar las chispas» efectuando buenas acciones y otros actos positivos, y de esta forma reparar esa ruptura que, literalmente, forma parte del mundo. De aquí proviene el conocido concepto judío de tikún olam, ‘reparar el mundo’.

La Cábala enseña que la comida que ingerimos tiene muchas de estas chispas sagradas y, por consiguiente, cada vez que comemos tenemos la oportunidad de elevar esas chispas y de esta forma participar en la reparación del mundo. Reparar el mundo al comer (Qué idea tan judía, ¿verdad?).

Esta idea es ilustrada a través de una de las primeras historias de toda la Torá: en el Jardín del Edén, Ada y Eva comieron del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal.

Tradicionalmente, se entiende que el pecado de Ada y Eva fue que ellos comieron lo que no tenían permitido comer.

Pero Rav Tzadok HaCohen (1823-1900), tenía una opinión diferente al respecto. Rav Tzadok enseñó que el problema no fue que comieron, sino cómo comieron.

Creía que el Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal ni siquiera era un árbol o una cosa. Más bien se trataba de una forma de comer. 

Y si este fue el pecado que causó que Ada y Eva fueran expulsados del Jardín del Edén, entonces tal como enseña la maestra Sarah Yehudit Schneider, “la reparación primordial de la civilización humana es aprender a comer en santidad”.

¿Qué significa comer en santidad?

¿Qué significa comer en santidad? Comer de una forma que “eleva las chispas”. Esto implica lo siguiente:

  • Dar gracias por el alimento que tenemos. Reconocer que simplemente el hecho de tener comida es un gran regalo. Dar gracias por nuestro alimento tiene el potencial de transformar de forma inmediata el acto de comer en algo más que solamente asegurar nuestra supervivencia física.

  • Comer teniendo en mente la salud y el bienestar. Sin salud corporal no podemos lograr por completo lo que somos capaces de hacer en este mundo. Como escribió Maimónides, el famoso rabino, filósofo y médico del sigo XII en España: «La salud y el bienestar corporal son parte del camino hacia Dios, ya que es imposible entender o tener cualquier conocimiento sobre el Creador cuando uno está enfermo. Por lo tanto, uno debe evitar cualquier cosa que pueda dañar al cuerpo y debe cultivar hábitos saludables”. Cuando escogemos comer sano, estamos declarando que nuestra alimentación no es un fin en sí mismo sino un medio para ayudarnos a llegar a ser lo mejor que podemos ser.

  • Cuando comemos, no estar involucrado con otras cosas (como teléfonos, libros o incluso conversaciones). Sí, comer es un acto social y compartir la comida con otros es tanto significativo como importante, pero no podemos olvidar darle atención a lo que debe ser el enfoque principal de cada comida: el alimento mismo. La ley judía incluso nos dice que no se debe hablar mientras comemos, no sólo para evitar que la persona se atragante, sino también para ayudarnos a crear esa experiencia de comer concemtrados en lo que hacemos.

  • Finalmente, quienes quieren llevar el acto de comer a un nivel más profundo, pueden convertirlo intencionalmente en una forma de meditación. Esto es lo que hay que hacer: lo ideal es sentarse solo en un lugar silencioso, libre de distracciones. Antes de empezar a comer, observa la comida que tienes frente a ti y piensa en los diferentes ingredientes que fueron necesarios para preparar esa comida. Intenta imaginar las granjas de donde vinieron esos ingredientes. Imagina a las personas que fueron parte del proceso para llevar el alimento desde la granja hasta tu plato. Luego come el primer bocado. Deja tu tenedor o cuchara (esto es muy importante), cierra los ojos y mastica lentamente. Mastica la mayor cantidad de veces que puedas. Puedes contar mentalmente la cantidad de veces que masticas o incluso repasar por el alfabeto con cada mordida. Cuando la comida se haya ido completamente de tu boca, toma otro bocado y repite el proceso. Al terminar de masticar tu último bocado, mantén los ojos cerrados y piensa qué quieres hacer con la energía que esa comida te ha dado. ¿Qué bien quieres traer al mundo? ¿Cómo puedes usar esta energía del alimento para ayudar a otros y mejorar un poco el mundo? 

  • El judaísmo busca infundir una conciencia espiritual al mundo físico. Esta es una de las razones por lo que la estrella judía, el símbolo principal del judaísmo, está compuesta de dos triángulos, uno apuntando hacia arriba y el otro apuntando hacia abajo; uno apunta hacia los cielos (lo espiritual) y el otro apunta hacia la tierra (lo físico). Cuando elegimos acercarnos al acto físico de comer e infundirle una atención espiritual, literalmente tenemos la habilidad de cambiar nuestras vidas e incluso al mundo entero.


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