La gracia de la simplicidad 

Francisco tenía la gracia de la simplicidad

 “Ni un pajarito cae en tierra sin que lo sepa vuestro Padre…No temáis!

Llegado a una gran manada de pájaros, el bienaventurado Francisco se dio cuenta que le esperaban. Les dirigió su saludo habitual, se admiraba de que no se escaparan como de costumbre, les dijo que debían de escuchar la Palabra de Dios y les rogó humildemente de estar atentos.

Les dijo: “Pajaritos, hermanos míos, tenéis motivo de alabar y amar a vuestro creador. El os ha dado las plumas de vestido, las alas para volar, y todo lo que necesitáis para vivir. De entre todas las criaturas de Dios, vosotros tenéis la mayor suerte. Os ha dado el aire y su pureza como vuestro espacio vital. No habéis sembrado ni segado, os da vuestro alimento y vuestra cobijo sin que os tengáis que inquietar por ello.” 

A estas palabras, los pájaros expresaron a su manera una inmensa alegría: alargaban sus cuellos, desplegando sus alas, abriendo el pico y mirando con toda atención. Francisco se paseaba entre ellos, rozando con su túnica sus cabezas y sus cuerpos. Finalmente, los bendijo trazando sobre ellos la señal de la cruz y permitiéndoles que se fueran volando. 


Fuente

Tomás de Celano (c. 1190-c. 1260)
biógrafo de San Francisco y de Santa Clara
Primera vida de S. Francisco de Asís, 58

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