La mitra y el báculo
La mitra y el báculo han sido, a lo largo de la historia de la Iglesia, signos visibles de la autoridad episcopal. Sin embargo, su significado trasciende lo meramente ornamental y adquiere una dimensión espiritual profunda.

La mitra, con su forma elevada y puntiaguda, simboliza la dignidad y la sabiduría que debe caracterizar al obispo. No es solo un adorno, sino un recordatorio de que su pensamiento debe estar orientado hacia Dios y su enseñanza basada en la verdad evangélica. En su origen, la mitra no era un símbolo de poder, sino de servicio iluminador dentro de la comunidad cristiana.
El báculo, inspirado en el cayado del pastor, representa el deber del obispo de guiar, sostener y corregir a su grey. No es un cetro de dominio, sino una herramienta de acompañamiento, signo de su responsabilidad de cuidar y proteger a los fieles con misericordia y firmeza. Un obispo que solo lo usa como emblema de autoridad, sin ejercer la cercanía y el cuidado pastoral, traiciona su sentido original.
San Juan de Ávila y otros maestros espirituales advirtieron sobre el peligro de aferrarse a estos signos externos como símbolos de poder humano, en lugar de asumirlos como recordatorios de una misión de servicio. La verdadera grandeza episcopal no se mide por la magnificencia de los ornamentos, sino por la humildad con que se llevan y la fidelidad con que se vive el ministerio.
