León XIV y el clericalismo

El Papa pide «despojarse de clericalismo y vanagloria 

«Estas estructuras expresan lo que ocurre en la Iglesia, donde las relaciones no responden a las lógicas del poder sino a las del amor«, señaló. Y citando a su predecesor, el Papa Francisco, que las definía como «lógicas mundanas», destacó que en la comunidad cristiana «el primado atañe a la vida espiritual».

El Papa instó a los participantes en la celebración eucarística a recordar que en la Iglesia la regla suprema es el «amor» y que todos estamos llamados a servir y a buscar la verdad juntos:

«Nadie está llamado a mandar, todos lo son a servir; nadie debe imponer las propias ideas, todos deben escucharse recíprocamente; sin excluir a nadie, todos estamos llamados a participar; ninguno posee la verdad toda entera, todos la debemos buscar con humildad, y juntos”.

León XIV explicó que esto depende sobre todo de la actitud del fariseo, que sintiéndose mejor que el otro, lo juzga con desprecio y lo mira con desdén.

«Hermanos y hermanas, esto puede suceder también en la comunidad cristiana. Sucede cuando el yo prevalece sobre el nosotros, generando personalismos que impiden relaciones auténticas y fraternas; cuando la pretensión de ser mejor que los demás, como hace el fariseo con el publicano, crea división y transforma la comunidad en un lugar crítico y excluyente; cuando se aprovecha del propio cargo para ejercitar el poder y ocupar espacios».

Por el contrario, el publicano, enseña humildad y necesidad de Dios. «Con su misma humildad, también en la Iglesia nos debemos reconocer todos necesitados de Dios y necesitados los unos de los otros, ejercitándonos en el amor mutuo, en la escucha recíproca, en la alegría de caminar juntos”, exhortó León XIV, y citando a San Clemente de Roma, añadió: «Cristo está con los que son humildes de corazón y no con los que se exaltan a sí mismos por encima de la grey”.

Estamos llamados a caminar juntos en busca de Dios, despojándonos del clericalismo y la vanagloria, para revestirnos de los sentimientos de Cristo; ayúdennos a ensanchar el espacio eclesial para que este sea colegial y acogedor”.

«Ser Iglesia sinodal significa reconocer que la verdad no se posee, sino que se busca juntos, dejándonos guiar por un corazón inquieto y enamorado del Amor».

León XIV concluyó su homilía con un llamamiento: «Debemos soñar y construir una Iglesia humilde. Un Iglesia que no se mantiene erguida como el fariseo, triunfante y llena de sí misma, sino que se abaja para lavar los pies de la humanidad; una Iglesia que no juzga como hace el fariseo con el publicano, sino que se convierte en un lugar acogedor para todos y para cada uno; una Iglesia que no se cierra en sí misma, sino que permanece a la escucha de Dios para poder, al mismo tiempo, escuchar a todos. Comprometámonos a construir una Iglesia totalmente sinodal, totalmente ministerial, totalmente atraída por Cristo y por lo tanto dedicada al servicio del mundo».


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