Las religiones juegan un papel esencial en la formación de las conciencias, pero «el nombre de Dios no debe ser usado jamás para justificar el odio y la violencia. El Evangelio nos impulsa a salir hacia las periferias de la sociedad y encontrar a Cristo en el que sufre.
Francisco dice que lo que el Evangelio nos enseña, tiene consecuencias en nuestra forma de pensar, sentir y vivir… Tenemos que reconocer que no siempre los cristianos hemos recogido y desarrollado las riquezas que Dios ha dado a la Iglesia, donde la espiritualidad no está desconectada del propio cuerpo ni de la naturaleza o de las realidades de este mundo, sino que se vive con ellas y en ellas, en comunión con todo lo que nos rodea.