Palabras y no armas
En Ucrania no hacen falta más armas, sino más palabras.

Defender la palabra y la negociación frente a la fuerza y las armas. A 18 de abril de 2022 y después de más de 50 días de muerte y destrucción, ¿el envío de armas ha servido?.
Con Rusia hay que acercarse por medio de la “neutralidad” no con las “armas”. De ahí que los mensajes de entrar en la OTAN por parte de Suecia y Finlandia no son acertados, ni inteligentes.
Es fácil desde los Estados Unidos incitar a respuestas militares. El problema lo sufren de cerca los países europeos. Es preciso contar con fiables interlocutores. Hay que negociar. Parar las armas y sin ceder a lo que es justo (invadir un país no es justo) cambiar el ritmo de las armas por las palabras, la negociación.
Rusia no puede actuar como lo hizo, pero no podemos hacer excepciones. Por fortuna, sabemos lo que está pasando en Ucrania y hay que castigarlo, pero ¿por qué no tenemos información de lo que está ocurriendo en Yemen? ¿qué está pasando ahora mismo en Siria? ¿por qué dejamos que se ahoguen en el Mediterráneo los migrantes de Libia? Hay que cambiar los términos del lenguaje. Dejar el lenguaje militar e ir hacia un lenguaje más humano, propio de seres civilizados.

La solución no está en enviar armas y más armas. Cambiar el “si vis Pacem, para bellum”, («si quieres La Paz prepara la guerra» ) por “si vis Pacem, para verbum”, (si quieres La Paz prepara la palabra»). Es decir prepara la capacidad de negociación. Las armas, las bombas son para matar. Y así nunca se solucionan los problemas. Hay que hablar. Enviar armas es muy peligroso porque fomenta la guerra en lugar de potenciar la negociación.
Lo queremos pedir a la Virgen de Covadonga (la Santina).