Domingo XXII
La humildad
Resumen
1- Historia de fidelidad
La historia de la salvación es la historia de la fidelidad de Dios Dios, nunca se cansa. Dios tiene paciencia. Dios camina con nosotros.
Dice el profeta Oseas: “Yo he caminado contigo y te he enseñado a caminar como un papá enseña a caminar al niño”.
2. – Humildad y humillación
No hay humildad y no hay santidad sin pasar a través del camino de la humillación. Si no eres capaz de soportar algunas humillaciones en tu vida, no eres humilde.
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido
3.- Consejos para buscar ser humildes
- Ser cercanos a los otros, huir de grupitos de poder.
- Entender el poder como servicio, al estilo de Jesús. Con mansedumbre, capacidad de compasión, ternura y tolerancia.
- Frecuentar la comunicación (orar) con Dios. Cuando Jesús no estaba con la gente, estaba orando.
- Practicar la autoridad del ejemplo. Jesús miraba a la gente a los ojos, escuchaba a la gente.
- No a la autoridad que habla desde arriba, autoridad que es, más bien, autoritarismo”.
- El humilde es amable, manso, no regaña, educa. Jesús dice: ‘Aprended de mí que soy humilde y amable de corazón.
- El humilde es intransigente con la injusticia. “¿Se enfadaba Jesús? ¡Sí! Pensemos en cuando vio la casa de su padre convertida en un negocio, para vender cosas, cambiar monedas. Ante el “atropello”, la injusticia hay que reaccionar.
- El humilde acepta los contratiempos. Ante el insulto, la calumnia, reacciona con silencio, oración y compasión.
La regla de oro de la humildad es saber vivir una humillación.
28-8-22
Eclo. 3,17-20. Sal. 67 Heb.12, 18-19. Ev. Lc.14,1.7.14
La humildad. Eclo.3,17-29)
17 Hijo mío, sé humilde en todo lo que hagas y te estimarán más que al que hace muchos regalos.
18 Cuanto más grande seas, más deberás humillarte; así agradarás a Dios. 19 Porque grande es la misericordia de Dios, 20 y él revela a los humildes sus secretos. 21 No busques lo que es demasiado elevado para ti ni quieras saber lo que es demasiado difícil. 22 Procura entender lo que Dios te ha mandado y no te preocupes de lo que está en secreto. 23 No te inquietes por lo que te sobrepasa, pues lo que has visto ya es demasiado para ti. 24 Muchos se han dejado engañar por sus propias ideas, y falsos pensamientos han desequilibrado su mente. [ 25 ] 26 Al que es terco, al fin le irá mal, y el que ama el peligro, en él perecerá. 27 Al terco le esperan muchos sufrimientos, y el pecador amontona más y más pecados. 28 La desgracia del orgulloso no tiene remedio, pues es el retoño de una mala planta. 29 El sabio entiende los proverbios de los sabios; el que escucha atentamente se alegra en la sabiduría.
((“…Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón…”)) Ev. Lc.14,1.7.14
Humildad
El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.
La historia de la salvación es la historia de la fidelidad de Dios y de la infidelidad del pueblo. Dios, sin embargo, no se cansa. Dios tiene paciencia, tiene mucha paciencia, y en el tiempo sigue educando y formando a su pueblo, como un padre con su hijo. Dios camina con nosotros. Dice el profeta Oseas: “Yo he caminado contigo y te he enseñado a caminar como un papá enseña a caminar al niño”.
Hermosa esta imagen de Dios. Así es con nosotros; nos enseña a caminar. Y es la misma actitud que mantiene en relación con la Iglesia. Incluso nosotros, en nuestro propósito de seguir a Jesús, experimentamos cada día el egoísmo y la dureza de nuestro corazón.
Humlldad
El Evangelio de hoy evidencia lo apetecible que es el ir a los primeros puestos, el honor, la gloria, el ser alabado, ser considerado, estimado, importante…, valiéndose de dicha debilidad Jesús de Nazaret nos habla de la humildad, de ternura, de bondad.
Y la fuerza del Evangelio está precisamente en la humildad. Humildad del niño que se deja guiar por el amor y por la ternura del Padre […].
La Iglesia, crece por atracción, por testimonio. Y cuando la gente, los pueblos ven este testimonio de humildad, de mansedumbre, sienten la necesidad» de la que habla «el profeta Zacarías: “¡Queremos ir con vosotros!”.
La gente siente esa necesidad . Aprecia esa forma de ser sin prepotencia, humilde.
Es sencilla la caridad: adorar a Dios y servir a los demás. Este testimonio hace crecer a la Iglesia ».
«No hay humildad y no hay santidad sin pasar a través del camino de la humillación […] la humildad puede llegar a un corazón solamente a través de la humillación: no hay humildad sin humillaciones […] Y si tú no eres capaz de soportar algunas humillaciones en tu vida, no eres humilde. El fin de la santidad que Dios regala a la Iglesia, viene a través de la humillación de su Hijo que se deja insultar, […] Y este hijo de Dios que se humilla es el camino de la santidad.»
Consejos para buscar ser humildes
- Cercanos a los otros, huir de grupitos de poder. Cercanos a la gente, y no a los poderosos o a los ideólogos de turno. No ser cómplices de los “grupitos de los poderosos, de los ideólogos.
- Entender el poder como servicio, al estilo de Jesús. Con mansedumbre, la cercanía, capacidad de compasión y la ternura y tolerancia.
- Frecuentar la comunicación (orar) con Dios. Cuando Jesús no estaba con la gente, estaba orando.
- Practicar la autoridad del ejemplo. Jesús tocaba a la gente, abrazaba a la gente, miraba a la gente a los ojos, escuchaba a la gente. Era cercano. Y esto le daba autoridad. No la autoridad que habla desde arriba, que se asemeja o es más bien autoritarismo”.
- El humilde es amable, manso, no regaña, educa. Jesús dice: ‘Aprended de mí que soy humilde y amable de corazón.
- El humilde es intransigente con la injusticia. “¿Se enfadaba Jesús? ¡Sí! Pensemos a cuando vio la casa de su padre convertida en un negocio, para vender cosas, cambiar monedas. Allí se enfadó. Ante el “atropello”, la injusticia hay que reaccionar.
- El humilde acepta los contratiempos. Ante el insulto, la calumnia, reacciona con silencio, oración y compasión. No deprimirse ante el dolor; la oración te hace fuerte. Sin embargo, destacó, que Jesús “cuando la gente lo insultaba, aquel Viernes Santo, y gritaba ‘crucifíquenlo’, él permanecía en silencio porque tenía compasión de aquellas personas engañadas por los poderosos del dinero, del poder. Él estaba en silencio. Rezaba”.
La regla de oro de la humildad es saber vivir una humillación.