Resurrección
Como dice San Pablo: si Cristo no resucitó, vana y vacía es nuestra fe. Nuestra fe se basa en testimonios de hechos históricos.
La Resurrección implica vuelta a la vida de lo que estaba muerto. Pero no es una nueva revivificación (caso Lázaro, resucitado por Jesucristo (Jn 11,38-44) o el hijo de la viuda de Naim (Lc. 7, 11-17), La Resurrección es un nuevo modo de vida que transforma el modo de existir de la realidad humana completa.
Para explicarlo de una manera simbólica pero intuitiva: Nosotros en nuestra vida actual, el espíritu humano está donde está mi cuerpo. Tenemos el espíritu sometido a las limitaciones de la materia. Y necesito tiempo para aprender, para razonar, para todas las actividades espirituales que hago. Puedo decir que mi espíritu humano está ahora existiendo a modo de materia condicionado por su unión con la materia en una única realidad personal. En la Resurrección se intercambian los papeles. El espíritu da a la materia su propio modo de existir, sin limitaciones, espacio temporales. Y entonces la materia comienza también a existir también fuera del espacio y del tiempo. Y así tenemos la realidad humana total, viviendo con la libertad propia del espíritu y cumpliendo lo que Cristo dijo: que los que son hijos de la Resurrección serán como Los Ángeles de Dios.
Cuerpo y alma
Forman la realidad humana ahora y para siempre y el ser humano no puede ser persona, si no es alma y cuerpo. Cuerpo glorioso. Sí, pero sigue siendo cuerpo hecho de átomos y no puede ser otra cosa.
En nuestra experiencia diaria tenemos la convicción de que ser materia significa algo impenetrable que tiene que estar en un sitio, que no puede estar en varios a un tiempo, que cambia con el tiempo, que necesita fuentes de energía externas. Todo eso es verdad en nuestra vida actual, pero dejará de ser verdad en el nuevo modo de existir, porque existiendo a modo de espíritu, no estará en el tiempo, no necesitará ocupar un espacio, no necesitará fuentes de energía y se puede decir que es un modo de existir propio de los espíritus puros, pero participados ya por la materia.
Tenemos que prestar atención al relato evangélico para saber cómo es en cuanto es posible saberlo- ese nuevo modo de existir que llamamos la Resurrección. La vida eterna que Cristo mostró a sus discípulos después de los 3 días de haber muerto. La Resurrección no es como se lee en algunos enciclopedias: como la vuelta a la vida, con o sin el cuerpo. Si es una vuelta a la vida, será de algo que ha muerto. ¿Ha muerto el alma?. Entonces, ¿cómo puede volver a la vida sin el cuerpo y decir que hay resurrección?
Como dice San Pablo: si Cristo no resucitó, vana y vacía es nuestra fe. Nuestra fe se basa en testimonios de hechos históricos.
En el Nuevo Testamento se dice: «lo que vimos, oímos y tocamos con nuestras manos, esto es lo que anunciamos para que también ustedes crean». Y dicen: «nosotros que vimos a Cristo después de su Resurrección, que le tocamos y comimos con él, somos testigos. Tenemos testigos (los apóstoles) que son capaces de testificar lo que vieron y tocaron y que fueron tan sinceros en su testimonio que dieron su vida por Él.
Los apóstoles se autodefinían como «testigos de la Resurrección» que vieron y tocaron al Señor y comieron con él después de haberle visto muerto y resucitado (Lc., 24,30. 39-40 , 41 – 43,; Jn., 20,20 y 27; 21, 9, 13-15) Pero Jesús actúa con una total independencia de restricciones físicas. Puede ser tocado, habla y escucha, se mueve y come con sus gestos propios, reconocidos por sus discípulos. Por tener estas operaciones, demuestra ser materia, cuerpo hecho de carne y huesos, «no como un fantasma» (Lc.23,39).
Pero su cuerpo no requiere comida ni está limitado al marco espacio temporal de la existencia humana. Es un cuerpo «espiritual» que existe a modo de ese espíritu, siendo capaz todavía de las actividades propias de la materia.
¿Qué puede significar el hecho de la Resurrección ?
Hablamos de una resurrección que transforma el modo de existir del ser humano. No se trata de una mera extensión del tiempo de vida. Cuando Cristo resucitó a Lázaro, le añadió años de vida y lo mismo cuando resucitó al hijo de la viuda de Naím. No se trata de este tipo de resurrección, aunque es verdad que se usa la misma palabra. Y en esas resurrecciones temporales, se produjo la resurrección de la totalidad de la persona humana. Se trata de un nuevo modo de relacionarse el espíritu con la materia del cuerpo, y de todo el ser humano con el mundo físico de nuestra experiencia. Por lo tanto, si en el caso de una resurrección temporal tiene que ser la totalidad de la persona humana la que se encuentra viva, también en la resurrección al fin de los tiempos y en la resurrección de Cristo.
En el ser humano, tenemos también una actividad que no se encuentra en los animales: la actividad de pensamiento y la actividad de ser libre. ¿En qué se nota esta actividad? en que buscamos, con un interés que ningún animal tiene, lo intangible: es decir, la verdad, la belleza y el bien. Esta actividad cognoscitiva y volitiva motivada por la tendencia universal a buscar Verdad, Belleza y Bien: algo que no se observa en los niveles previos de la escala evolutiva.
El ser humano no es dos realidades yuxtapuestas , compensadas artificialmente. Lo que hace el cuerpo afecta las actividades espirituales y lo que hace el espíritu afecta al cuerpo. Por ejemplo, cuando se tiene un dolor de cabeza, no se puede pensar bien; cuando se tiene una preocupación, se puede terminar con una úlcera de estómago. Es decir. El cuerpo influye en el espíritu y el espíritu influye también en el cuerpo. Filosóficamente el ser humano es un único ser compuesto de dos realidades que se intercompenetran. En el ser humano se dan dos realidades, dos principios de actividad, que es lo que significa naturaleza de la actividad material, el cuerpo de la actividad no material, el espíritu. Pero es una única realidad personal. La persona humana tiene que tener ambas realidades.
Decía Xavier Zubiri que quien sobrevive y es inmortal no es el alma, sino el hombre entero y se da la muerte total. Esta tesis es aceptada por la teología cristiana, es decir, moriremos por completo; y resucitará la persona entera. A la pregunta, ¿cómo sucederá todo esto? La teología remite con humildad al insondable carácter misterioso del tema. ¿Cómo ocurrirá la Resurrección? La respuesta al «cómo ocurrirá la resurrección» sobrepasa nuestra imaginación y nuestro entendimiento; no es accesible más que en la fe.
¿Qué es la materia?
la respuesta más honrada, es decir, no lo sabemos. Pero es, en términos físicos, algo que tiene capacidad de actuar por alguna de esas cuatro fuerzas: la gravitatoria, la electromagnética y dos fuerzas que actúan solamente dentro del núcleo atómico, a fuerza nuclear fuerte y la fuerza nuclear débil.
¿Qué es mi cuerpo?
No sé lo que es un electrón, no sé lo que es un protón o un neutrón, pero sé que los tengo. Sé que peso tanto y mis órganos tienen tales dimensiones y eso me basta. Pues bien, yo quiero conservar todo. cuando tenga mi cuerpo en la Resurrección. Pensemos. ¿Tienes hoy los mismos átomos que ayer? No. Estamos en constante cambio de metabolismo. Todos los días perdemos una cantidad importante de átomos e incluso de células. Pero eso no no impide que yo diga: soy el mismo que ayer y soy el mismo que hace muchos años era un bebé. Y soy el mismo que ha cambiado en todo lo que es la estructura corporal a lo largo de mi vida. Pero sigo diciendo: es mi cuerpo, es el mismo. Obviamente, cuando digo mi cuerpo no quiero decir un conjunto concreto de átomos porque no puedo mantener ese conjunto de átomos de un día para otro y mucho menos de un año para otro.
¿Entonces cuando hablo de la resurrección, ¿de qué hablo cuando digo que he de resucitar con mi cuerpo? ¿Del cuerpo que tenía en el momento de la muerte, probablemente en malas condiciones y bastante estropeado.? ¡No!. El que se muere de bebé, ¿va a tener por toda la eternidad ese cuerpo de bebé.? No. ¿Cuál es mi cuerpo entonces?
Todo esto me dice que considerar el cuerpo como un conjunto concreto de átomos no es correcto. Pensemos también en lo que se hace hoy en medicina. Si tengo un órgano estropeado, me pueden poner otro por trasplante. ¿De quién es ese órgano? ¿del donante o mío? Y si me ponen una prótesis artificial en la cadera, ahora tengo un trozo de metal donde antes tenía hueso. Ese metal. ¿es parte de mi cuerpo?. Si me ponen un corazón artificial, ¿dónde está mi cuerpo?
Tenemos que pensar en todo esto para entender lo que significa la Resurrección con mi cuerpo humano.
Pensemos en otro dato de la biología. Imaginemos que sufro unas quemaduras fuertes. Una de las maneras de restaurar la piel destruida es tomar muestras de la piel sana cultivadas en laboratorio y luego volver a injertármelas. Ese trozo de piel que se extrae es un conjunto de células, unos animalitos independientes que viven y crecen y se multiplican en el laboratorio sin saber nada de mí. Cuando están en el laboratorio no son mi cuerpo. Pero luego me lo ponen y vuelve a ser mi cuerpo o comienzan a ser mi cuerpo. De tal manera que no solamente los átomos no pueden identificarse con mi cuerpo, ni siquiera las células ni los órganos pueden identificarse como necesarios para que sean mi cuerpo.
Volviendo a hablar desde la física, una de las razones para dudar de lo que yo llamaría nuestro sentido común es que se me dice que un electrón no puede distinguirse de otro. Si yo tengo un choque de electrones y quiero hacer los cálculos insistiendo en que este electrón es el mismo después del choque, mis cálculos no están de acuerdo con lo que se observa. Los electrones y en general las partículas elementales no tienen individualidad propia. Por tanto, no tiene sentido decir que yo quiero tener estos electrones y estos protones que son mi cuerpo. No, no tienen individualidad propia.
Después de todo esto, uno no sabe qué decir sobre lo que significa mi cuerpo. Significa que es el conjunto material que está adaptado al espíritu bajo el control del espíritu, de tal manera que en el cambio diario y año tras año del metabolismo de mis órganos, siempre puedo decir que el espíritu es el que da cohesión a toda esta estructura material. Y controlándola la hace ser mi cuerpo.
El cuerpo resucitado
Hablamos de lo que nos dicen los Evangelios de Cristo resucitado. Solamente en el caso de Cristo tenemos una descripción de lo que hace un cuerpo resucitado. ¿Qué nos dice el Evangelio?
Primeramente entra en el Cenáculo, donde están los apóstoles sin abrir la puerta. Aparece en medio de ellos. ¿Por dónde ha entrado? La respuesta, naturalmente, es que no ha entrado por ningún sitio. ¿Cómo puede hacerse presente si antes no estaba dentro y no ha entrado? La respuesta se puede dar por la física, es decir, se puede ir de un sitio a otro sin pasar por el medio. ¿Y dónde estaba antes? La respuesta también puede venir por la física. No tenía que estar en ningún sitio, porque la materia puede existir sin estar en ningún sitio. Así es como en el caso del agujero negro. Precisamente este es uno de los modos de hablar de la resurrección: el cuerpo deja de estar sujeto a los límites de espacio. Y porque deja de estar sujeto a esos límites, no hay que buscarlo con ningún tipo de mapa para ver dónde está cuando no quiere hacerse presente.
No tiene que estar en ningún sitio y se hace presente directamente donde quiere, sin pasar por ningún camino intermedio. Y cuando Cristo desaparece del Cenáculo, tampoco pide que le abran la puerta. Desaparece sin más, para estar fuera del espacio. No sabemos explicarnos ni imaginar qué es existir fuera del espacio, pero la física me da pie para pensar que esto es una realidad que se da también en el mundo de las partículas.
Pero cuando Cristo se hace presente, tiene su cuerpo; se le toca, puede comer porque es un cuerpo real y tiene la capacidad de caer lo que se hace por medio de esas cuatro fuerzas que definen a la materia. Lo que el Evangelio nos dice es que Cristo mismo, dirigiéndose a los apóstoles, les dice: Vez que tengo carne y huesos, no soy un fantasma. Dice que le toquen. Y cuando todavía no se atreven a creerlo de tal del todo, les dice que le den de comer, y con ellos come un trozo de pescado. De modo que es un cuerpo verdadero, sí, con todas las posibilidades de actuar de un cuerpo humano. Luego desaparece y aparece. A los discípulos del Emaùs y no la reconocen. ¿Por qué? Porque una vez más no está sujeto a ninguna ley física que obliga a que tus átomos estén en una distribución determinada. Por tanto, puede tener el aspecto que quiera. No es necesariamente el cuerpo de Cristo el que tiene que tener tales dimensiones en cada uno de sus rasgos. Puede tener su propio cuerpo, pero puede controlar completamente cómo se muestra a quién se muestra y en qué forma se muestra.
Cuando nosotros vivimos en nuestra vida normal, ¿cómo actúa nuestro espíritu? Un espíritu no está sujeto a leyes físicas, ni a espacio ni a límites de movimiento, ni de tiempo. Dios o un Ángel, como espíritus puros no están sujetos a este cambio espacio temporal propio de la materia. Sin embargo, nuestro espíritu se ve obligado a actuar casi como materia. Esto, que es la realidad de nuestra vida, se cambia del revés después de la Resurrección. Entonces es el espíritu el que manda y hace que la materia exista modos de espíritu, libre de esas ataduras, de esos límites de espacio y tiempo.
El cuerpo está totalmente subordinado al espíritu. Y como estaba fuera del tiempo, no hay desgaste ni hay metabolismo, no hay ningún tipo de necesidad de renovar estructuras ni de conseguir energía con alimentos. Tenemos así un modo de existir que no podemos imaginar porque toda nuestra imaginación se basa en los sentidos y los sentidos se basan en datos de espacio y tiempo. Y hablamos ahora de una existencia fuera del espacio y del tiempo, porque existir en la eternidad no es existir en un tiempo muy largo. Dios no existe en el tiempo. Existe de otra manera. Y esta es la existencia que se nos promete en la Resurrección a toda la realidad humana, no solo al espíritu, sino también al cuerpo.
De esta manera, se puede entender un poco lo que significa la Resurrección. No es un volver a la vida con las limitaciones y las propiedades de la materia sujeta a espacio y tiempo, sino que es comenzar a vivir con el modo de vida propio del espíritu, con una libertad total, libre de todo desgaste, de todo cambio. Y así cuando decimos que estamos llamados a una resurrección con el mismo cuerpo que tenemos, esto no depende de qué se guarden uno a uno todos los átomos en una tumba. Da lo mismo que el cuerpo se haya destruido en la tumba, o todos los átomos en una tumba.porque haya un incendio o porque lo hayan incinerado. Da igual. Todo eso no tiene importancia porque lo que se resucita es una estructura hecha a medida de mi espíritu a partir de ese sustrato imposible de imaginar que hemos llamado el vacío físico.
¿Cómo es la resurrección? no lo sé ni lo sabe nadie. Dios utiliza las propiedades de la materia de una manera maravillosa para conseguir algo que no podríamos jamás soñar para conseguir una vida eterna sin desgaste, una vida a modo de de espíritu aún para la materia.
Todo aquello que es el ser humano, por tanto, está llamado a ser glorificado. Está llamado a ser transformado en un nuevo modo de vida que se puede simplemente describir diciendo que es el modo de vida propio de Dios: existir en una eternidad donde ya no hay envejecimiento, ni desgaste ni cambio que nos destruya. La muerte ya no tiene lugar, porque la muerte es precisamente el resultado de un desgaste, de un desajuste de nuestros órganos materiales. No habrá desgaste ni cambio en el cuerpo resucitado.
Hace años leía un periódico donde había viñetas de diversos autores. En una de esas viñetas aparecía una niña de 5 o 6 años rezando sus oraciones antes de acostarse con el papá al lado. Y la niña dice: papá, ¿en el cielo se le puede dar un abrazo a Dios? Sí .Podemos decir que sí. Tendremos cuerpo. ¿Tendremos la posibilidad de dar un abrazo a Cristo? Sí, porque el cuerpo es redimido por Cristo, lo mismo que es redimido el espíritu.
¿Cómo va a ser esa vida?
Según San Pablo, ni ojo vio ni oído oyó, ni le cabe a nadie en la cabeza lo que Dios tiene guardado para los suyos.(1 Cor.2,9).


