Un bufón en las Cortes

Un «chulo» en el Congreso de los Diputados

Gabriel Rufián, portavoz del grupo de ERC, manifestó mediante la parodia y la ridiculización su superfobia católica.

En el marco del debate (18-5-2021) sobre la ley trans, Rufián preguntó: “¿cuántos de ustedes son católicos, católicas practicantes?”. Y contestó: “un montón”; “por lo tanto ustedes creen en seres que hablan, creen en palomas que embarazan, creen que las mujeres provienen de la costilla de un hombre, creen que si todos y todas nos llevamos mal vendrá una lluvia de fuego y nos quemará a todos y a todas”. “¿Ustedes creen en esto, y vienen aquí a dar lecciones de normalidad y adoctrinamiento ?”.

Juan Gabriel Rufián Romero

Este “chulo de esquina” equiparó a muchos creyentes con gente que cree en serpientes que hablan y en palomas que embarazan… Y lo hizo sin venir a cuento, introduciendo el elemento religioso en el debate. Y lo hace en la tribuna del Congreso de Diputados.

Este diputado no conoce no conoce el respeto y la tolerancia; por lo tanto, no merece el escaño que usa. Es incapaz de reconocer y respetar a sus conciudadanos si no piensan exactamente como él. Es un ejemplo de sectarismo peligroso, porque bajo sus “tonterías bufoneras”, los derechos de las personas caricaturizadas desaparecen. Es una táctica habitual en toda visión totalitaria. Caricaturizar al otro hasta el extremo para justificar después la agresión contra él.

Analfabetismo y postura totalitaria

Creyentes y no creyentes lamentan las palabras de burla de este político, y le piden que aborde temas que afectan gravemente a la sociedad hoy en día como: trabajo digno, vivienda, violencia doméstica, etc.

Las normas de una sociedad potenciarán a la misma si se sabe respetar el  “ethos religioso”. Un Estado democrático respeta y garantiza las libertades éticas de los ciudadanos, y sabe valorar las cosmovisiones religiosas. Rufián desde la ignorancia y el desprecio se ha decantado por la “gracieta”, dejando ver su ignorancia sobre el cristianismo, incapaz de reconocer y respetar a los que no piensan como él.  Es un claro síntoma de sectarismo con pretensión de anular a los que no piensen como él. Es una postura totalitaria que caricaturiza primero para terminar justificando la agresión violenta del otro.


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